El acceso a la colaboración
Mucho se habla de la brecha digital que separa a aquellos que pueden acceder a las TICs y aquellos que no. En general ese acceso se piensa en términos de acceso técnico a los equipos y a la conexión a la red, como condición indispensable para ingresar en el mundo de la virtualidad y todas sus promesas. El aprendizaje colaborativo mediado por la computadora es uno de esos bienes que solo se pueden alcanzar atravesando la puerta del acceso.
Sin embargo, a poco de entrar se advierte que el acceso técnico comunica a un amplio vestidor poblado a su vez de variadas puertas, que es preciso abrir para llegar al destino deseado. Abrir cada puerta tiene un costo y unas condiciones, sin las cuales no se logrará entrar.
Franqueada la primera puerta del acceso técnico, restan aún varias otras a fin de alcanzar el acceso real que implica la participación en una actividad de aprendizaje colaborativo virtual.
La llave para franquear esas otras puertas no se asimila claramente a dificultades técnicas u operativas, aunque obviamente inciden y en gran medida. Pero pareciera que para comprender por qué unos participan y otros no en la virtualidad tiene mucha potencialidad el concepto de condiciones de acceso, que proponen Burbules y Callister (2002). Luego de identificar dos niveles de acceso, correspondientes al acceso técnico y operativo, estos autores identifican un tercer nivel que se refiere a las circunstancias que diferencian en la práctica quien puede acceder a las TICs en forma productiva de quien no puede hacerlo (p.59).
La colaboración tiene un costo para el acceso que no todos están en las mismas condiciones de pagar. Sus exigencias dejarán fuera, excluirán de ella, a personas que no cuentan con los recursos que requiere. Y a su vez permitirá que los que sí pueden traspasar sus puertas, accedan a experiencias de alto valor personal y educativo.
De este modo, la colaboración nos conduce a una paradoja, que podría sumarse a las numerosas que describen Burbules y Callister (2002) respecto a las nuevas tecnologías: Las propuestas de aprendizaje colaborativo virtual, a la vez que permiten construir conocimiento y aprendizaje de gran riqueza a unos, lo impiden o alejan de otros que no disponen de recursos con que pagar sus costos.
Sin embargo, a poco de entrar se advierte que el acceso técnico comunica a un amplio vestidor poblado a su vez de variadas puertas, que es preciso abrir para llegar al destino deseado. Abrir cada puerta tiene un costo y unas condiciones, sin las cuales no se logrará entrar.
Franqueada la primera puerta del acceso técnico, restan aún varias otras a fin de alcanzar el acceso real que implica la participación en una actividad de aprendizaje colaborativo virtual.
La llave para franquear esas otras puertas no se asimila claramente a dificultades técnicas u operativas, aunque obviamente inciden y en gran medida. Pero pareciera que para comprender por qué unos participan y otros no en la virtualidad tiene mucha potencialidad el concepto de condiciones de acceso, que proponen Burbules y Callister (2002). Luego de identificar dos niveles de acceso, correspondientes al acceso técnico y operativo, estos autores identifican un tercer nivel que se refiere a las circunstancias que diferencian en la práctica quien puede acceder a las TICs en forma productiva de quien no puede hacerlo (p.59).
La colaboración tiene un costo para el acceso que no todos están en las mismas condiciones de pagar. Sus exigencias dejarán fuera, excluirán de ella, a personas que no cuentan con los recursos que requiere. Y a su vez permitirá que los que sí pueden traspasar sus puertas, accedan a experiencias de alto valor personal y educativo.
De este modo, la colaboración nos conduce a una paradoja, que podría sumarse a las numerosas que describen Burbules y Callister (2002) respecto a las nuevas tecnologías: Las propuestas de aprendizaje colaborativo virtual, a la vez que permiten construir conocimiento y aprendizaje de gran riqueza a unos, lo impiden o alejan de otros que no disponen de recursos con que pagar sus costos.
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